Wednesday 28 January 2009

¡Una esperanza para el futuro! Manifiesto climático interconfesional Upsala 2008

Click here/cliquez pour français, or for English, Swedish, German, Arabic versions of this Uppsala Interfaith Manifesto on Climate Change. See also UNFCCC, Greenhouse Development Rights. En noviembre 2008 se expresan en Upsala, Suecia diferentes tradiciones de fe sobre el Calentamiento Global: Como liderezas y líderes religiosos de todo el mundo... hacemos un llamamiento en pos de un liderazgo y un accionar eficaces frente a la amenaza climática global.

Desde las tradiciones religiosas de las que provenimos, con sus distintos enfoques sobre las expresiones de fe en la vida, unimos nuestras voces en este momento de la historia de la humanidad para reafirmar ante el mundo lo que tenemos en común. Los y las presentes compartimos una misma responsabilidad en tanto que administradores conscientes de nuestro hogar, el planeta Tierra. Hemos reflexionado acerca de la preocupación de los científicos y líderes políticos respecto a la alarmante crisis climática que vivimos y compartimos con ellos esa preocupación.

Las religiones del mundo son promotoras para cambios en los estilos de vida y cambios en los modelos de consumo. En una gran parte de la humanidad, la fe sigue siendo una fuerza poderosa para promover el bien. Emprendemos esta misión con un espíritu de responsabilidad y fe.
Del asombro al cambio

Contemplamos la vida en el planeta Tierra con una sensación de asombro. Es un milagro. Y también un don. Las noches claras con un cielo repleto de estrellas nos llenan de estremecimiento y nos recuerdan nuestro papel dentro del universo. Nos sobran motivos para ser humildes. Meditar a la orilla del mar, en el desierto o en el bosque nos permite sentirnos en comunión con el universo, pese a nuestra pequeñez. Las tradiciones de fe, con sus diversas culturas y antecedentes, convergen para expresar su asombro y estremecimiento ante el don de la vida.

A lo largo de la historia de la Tierra, ha habido siempre cambios climáticos. Sin embargo, nos preocupa sobremanera el enorme impacto del ser humano sobre el extremadamente complejo y sensible sistema climático del planeta. Actualmente, la humanidad constituye una fuerza determinante en la alteración de las condiciones de vida y bienestar de la mayoría de las criaturas del planeta. Sabemos lo suficiente como para comprender que hemos de actuar ya por el bien de las futuras generaciones. Se trata de una situación crítica. Los glaciares y los hielos eternos se están derritiendo.

Devastadoras sequías e inundaciones azotan a personas y ecosistemas, particularmente en el Sur.

¿Se puede sanar al planeta Tierra? Estamos convencidos y convencidas de que la respuesta a esa pregunta es afirmativa. Para esto se precisa de sustanciales transformaciones en la comprensión de la vida humana, los estilos de vida, los modelos de trabajo, la economía, el comercio y la tecnología. La ética y los valores son intrínsecos al desarrollo de nuevas estructuras institucionales y a la elaboración de políticas y sistemas financieros. En el ámbito religioso, una visión a largo plazo siempre ha sido importante. Más que nunca, el mundo necesita hoy de un extraordinario liderazgo político con una clara visión a largo plazo.

Nuestra apelación en favor del proceso de copenhague

En lo que respecta a la Tierra, la salvación va más allá de nuevas tecnologías y de una economía verde. La salvación del planeta depende de la vida interior de los seres humanos. Una vida sin esperanza va en detrimento de la existencia humana. Los pueblos de este hermosísimo y valioso planeta necesitan dialogar sobre lo que significa vivir juntos, teniendo empatía global dentro de la aldea global. En este empeño las religiones pueden contribuir de manera decisiva.

En cuanto representantes de religiones universales, instamos a gobiernos y organismos internacionales a la preparación y consensuación de una exhaustiva estrategia climática para el Acuerdo de Copenhague. Dicha estrategia ha de ser lo suficientemente ambiciosa como para contener el cambio climático por debajo de los 2° Celsius y distribuir la carga de un modo equitativo, conforme a los principios de responsabilidad común pero diferenciada y en función de las distintas capacidades. El marco GDR (Greenhouse Development Rights) propone un modelo concreto para la repartición de este esfuerzo. Llamamos a todos los actores implicados a buscar herramientas políticamente aceptables para llevar a cabo esta tarea.

El Acuerdo de Copenhague debe contrarrestar el mal uso de tierras, bosques y cultivos, recurriendo a incentivos dirigidos a propietarios de tierras, usuarios y comunidades indígenas para fomentar los bosques en crecimiento y la disminución de la producción de carbón.
Solicitamos a los líderes políticos del mundo:

• Un recorte acelerado y sustancial de las emisiones en el mundo rico. Los países desarrollados, especialmente en Europa y América del Norte, deben mostrar el camino. Estos deben reducir su contaminación ambiental con respecto a los niveles de 1990 en al menos un 40% para 2020 y en un 90% para 2050.
• Compromisos por parte del mundo rico más allá de sus obligaciones nacionales. De acuerdo a los principios de responsabilidad y capacidad, algunos países deberán financiar la reducción de la contaminación internacional además de sus propias iniciativas nacionales. Dicho financiamiento ha de ser obligatorio, no voluntario.
• Acciones paliativas medibles, verificables y notificables de los países en desarrollo, en particular de los países con economías en rápida expansión.
• Transferencia y puesta en común masiva de tecnologías relevantes. Todos los países deben estimular y facilitar la puesta en común de tecnología de importancia intrínseca en la reducción de la contaminación ambiental. Los países en desarrollo deben proveer a sus habitantes de oportunidades viables y tecnológicamente responsables para esta reducción.
• Incentivos económicos para los países en desarrollo con el fin de fomentar un desarrollo más limpio en el ámbito nacional.
• Adaptación al cambio climático. Según estos mismos principios de responsabilidad y capacidad, los países deben velar por la potenciación y apoyo de las comunidades más desfavorecidas y vulnerables. La adaptación al cambio climático no debe fracasar por escasez de dinero u otros recursos.

Humildad, resposabilidad… ¡y esperanza!

Instamos a los líderes políticos y religiosos a asumir con urgencia su responsabilidad sobre el futuro de nuestro planeta, sobre las condiciones de vida y sobre la preservación del hábitat de las nuevas generaciones. Pueden confiar en este afán con el respaldo y cooperación de las tradiciones de fe del mundo. La crisis climática es un asunto espiritual fundamental para la supervivencia de la especie humana en el planeta Tierra. Al mismo tiempo, sabemos que el mundo nunca antes ha sido tan capaz de generar un desarrollo sostenible. La humanidad posee el conocimiento y la tecnología necesarios. Además, el compromiso popular en hacer todo lo posible y necesario está creciendo.

Estamos llamados a revisar valores, filosofías, creencias y conceptos morales que han determinado e impulsado nuestro comportamiento y configurado nuestra relación disfuncional con el entorno natural.

Nos comprometemos a asumir y compartir responsabilidades a la hora de proveer un liderazgo moral dentro de nuestras distintas tradiciones de fe y a todas las personas que así lo deseen. Hacemos un llamamiento a todas las personas con poder para modelar intelectos y espíritus, a que se involucren en una profunda reorientación de la comprensión que la humanidad tiene tanto de sí misma así como del mundo. De esta manera remarcamos nuestro distanciamiento respecto a esta comprensión y afirmamos el propósito de vivir en armonía mutua y con la naturaleza.

Ofrecemos el don de nuestras distintas profesiones de fe como fuente de impulso en el desarrollo de modelos de consumo y estilos de vida sostenibles. Acometemos esta misión con un espíritu de humildad, responsabilidad, fe y urgencia.

Ha llegado el momento de movilizar a los pueblos y naciones.

En tanto que personas de distintas creencias, adoptamos los siguientes compromisos:
• Informar e inspirar a las personas inmersas en nuestros contextos religiosos y culturales para que asuman su responsabilidad e implementen medidas eficaces
• Instar a líderes políticos y empresariales de nuestro entorno vital y laboral a que desarrollen estrategias y acciones integrales
• Hacer hincapié en la lucha contra el calentamiento global y esgrimir nuestras convicciones religiosas más íntimas sobre el sentido de la vida. Este compromiso es un asunto profundamente espiritual y que está relacionado con la justicia, la paz y la esperanza en un futuro de amor y solidaridad con todos los seres humanos y con toda la creación.

En tanto que líderes y liderezas religiosos, deseamos contrarrestar la cultura del miedo con una cultura de la esperanza. Nos proponernos hacer frente al reto climático con un optimismo desafiante y enfatizando los principios esenciales de todas las grandes tradiciones sacras del mundo: justicia, solidaridad y compasión. Queremos impulsar el mejor de los liderazgos científicos y políticos. Comprometemos a nuestras comunidades a albergar un espíritu de alegría y esperanza en relación al mayor regalo que hemos recibido: ¡el don de la vida!

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