Wednesday 27 May 2009

Ecological Debt - the Bolivian position

photo: REDAmazon
Evo Morales of Bolivia has just submitted this key document to the United Nations' AWG-LCA.

Debate on post-Kyoto climate governance now shifts to another group dominated by the rich countries, AWG-KP, in Bonn June 1-12.

Reports about corporate & finance lobbying at the May 24-26 World Business Summit, and in the US Markey-Waxman bill, show that those who brought us the subprime meltdown are planning to insert language in the Copenhagen COP-15 text to turn it into a carbon casino -- so polluters can continue business-as-usual, buying offsets from underdeveloped countries. The "ecological debt" document, with an annex on calculating the debt, argues for a radically different approach. Third World Network, Friends of the Earth, Greenpeace and other environmental groups support the Bolivian position.

See also Wikipedia on the history of the debt concept; a similar idea within the USA is "environmental justice" by Robert Bullard of the EJRC in Atlanta; legal scholar Karen Mickelson (2005) compares the negotiating positions of "ecological debt", "equal burden/level playing field" and "environmental space"; interchurch Kairoscanada discussion of ecojustice.

Evaluating developed countries’ historical climate debt to developing countries - Submission by Bolivia

Introduction

We call on developed countries to commit to deep emission reductions in order to advance the objective of avoiding dangerous anthropogenic interference with the climate system and its consequences, to reflect their historical responsibility for the causes of climate change, and to respect the principles of equity and common but differentiated responsibilities in accordance with the UNFCCC.

The causes and consequence of climate change

Since 1750 the emission of greenhouse gases has increased significantly as the result of human activities. These emissions have accumulated in the atmosphere leading to current atmospheric concentrations, which now far exceed levels dating back hundreds of thousands of years. These concentrations, in turn, are warming the Earth with significant and catastrophic effects. Current levels of warming are already damaging forest, mountain and other ecosystems, melting
snow and glaciers, thinning ice sheets, causing the oceans to rise and acidify, threatening coral reefs and intensifying droughts and floods, fires and extreme weather events. These adverse effects threaten to worsen the damages already produced by the current global warming on the Earth’s systems.

The countries most vulnerable to the adverse effects of climate change are developing countries.

Climate‐induced disasters, water stress, adverse impacts on agriculture, threats to coastlines, ecosystems and infrastructure, and altered disease vectors are already imposing substantial and rising costs, damages and setbacks in development – undermining developing countries’ rights and aspirations to development.

The historical cumulative emissions debt of developed countries

Responsibility for the majority of the historical emissions contributing to current atmospheric concentrations and to current and committed future warming lies with developed countries. Developed countries with less than twenty percent of the world’s population are responsible for around three quarters of historical emissions. Their current per person emissions continue to exceed those of developing countries by a factor of four. Their accumulated historic emissions on a per person basis exceed those of developing countries by a factor of eleven.

Developed countries – which have contributed disproportionately to the causes of climate change – now seek to appropriate a disproportionate share of the Earth’s remaining environmental space. By basing their future emission allowances on their past excessive level of emissions, they seek an entitlement to continue emitting at 70% or more of their 1990 levels through until 2020 (i.e. consistent with reductions of 30% or less). At the same time, they propose limiting developing countries – which most need environmental space in the course of their development – to much lower levels of per person emissions.

The excessive past, current and proposed future emissions of developed countries are depriving and will further deprive developing countries of an equitable share of the much diminished environmental space they require for their development and to which they have a right. By overconsuming the Earth’s limited capacity to absorb greenhouse gases, developed countries have run up an “emissions debt” which must be repaid to developing countries by compensating them for lost environmental space, stabilizing temperature and by freeing up space for the growth required by developing countries in the future.

See also/ver tambien Bolivia's Ecological Debt website, Deuda Ecologica explicandole en español :

¿Qué es la deuda ecológica?

Contrastando con la deuda financiera, existe una nueva corriente de pensamiento que considera la existencia de una deuda ecológica adquirida históricamente y actual de los países del Norte con los del Sur.

La deuda ecológica es en esencia la responsabilidad que tienen los países industrializados del Norte, sus instituciones, la élite económica y sus corporaciones por la apropiación gradual y control de los recursos naturales asi como por la destrucción del planeta causada por sus patrones de consumo y producción, afectando la sustentabilidad local y el futuro de la humanidad.

Basados en esta definición, los pueblos en el Sur somos acreedores de esta deuda y los deudores los países del Norte. Esta deuda tiene como base al actual modelo de producción industrial, la producción exhaustiva de residuos como la emisión de gases de efecto invernadero, el capitalismo y el libre mercado.

Hay una necesidad ambiental, social, económica y moral de que se detenga el incremento de esta deuda y de que se repare las consecuencias nefastas sociales y ambientales que dicho modelo han tenido sobre las poblaciones del Sur. El reconocer la existencia de estas otras deudas, histórica, social y ecológica y demandar un resarcimiento, cambiará indefectiblemente y para siempre las relaciones económicas internacionales, pero sobre todo permitirá detener el modelo depredador y genocida que rige en el mundo.

La deuda histórica existe por el genocidio de los pueblos del Sur debido a la conquista, la esclavitud, el etnocidio por los siglos de ocupación, el robo de la biodiversidad y los conocimientos, el asalto de los territorios para apropiarse de los recursos naturales durante la colonia y todo lo que implica arrasar con las tierras, las culturas y los pueblos en el Sur. No basta con pedir perdón, no basta con decir que los ciudadanos de hoy en el Norte no son culpables de lo que hicieron sus antepasados, porque el bienestar que viven ahora, la vida de consumo y desperdicio, tiene como base el saqueo histórico de sus naciones a nuestros pueblos y territorios.

Europa no sería lo que es ahora sin las millones de toneladas de plata de América ni sería la misma sin la esclavitud de los 70 millones de africanos que fueron arrancados de sus tierras. Hay una responsabilidad histórica y presente por esto.

Pero, existen también otros factores que hace que estas deudas existan y que sigan creciendo. Algún día pasaremos la factura!

La deuda financiera que fue adquirida deforma ilegítima e ilegal, y que ya ha sido pagada con creces. No solo que los créditos recibidos en muchos casos han servido para financiar proyectos social y ambientalmente depredadores, sino que además, para el servicio de la deuda nuestros países se ven obligados a extraer más y más recursos naturales con los consecuentes impactos locales y globales.

La deuda ecológica por el actual saqueo de los recursos naturales y los daños socioambientales locales asociados es otro componente de estas deudas. Las extracción de recursos no renovables como minerales o combustibles fósiles destruyendo las tierras, contamina las fuentes de agua. Nuestros países exportan estos recursos sin considerar los daños locales.

La deuda ecológica también se manifiesta por la apropiación abusiva de espacios comunes como son la atmósfera o los océanos para absorber las emisiones de gases con efecto invernadero. El cambio climático está provocando desastres que afectan principalmente a los pueblos más vulnerables al Sur. Miles de muertos, millones de desplazados, tierras agrícolas y ecosistemas naturales desaparecidos. Para que esta deuda se detenga los países del Norte deben dejar de quemar combustibles fósiles, y los pueblos del Sur debemos detener el flujo de hidrocarburos para ellos. Los acreedores de esta deuda somos los pueblos del Sur afectados por los cambios climáticos.

La revolución verde y biotecnológica, son causantes de otra deuda social y ecológica del Norte con el Sur. Los graves impactos sociales, ambientales, culturales y económicos de la aplicación de tecnologías agrícolas como la de la llamada “Revolución Verde” y ahora la agro-bio-tecnología, con sus semillas genéticamente modificadas, así también de programas que promueven la concentración de tierras en pocas manos, constituyen una inmensa deuda social y ecológica.

Tanto las IFI, las transnacionales, como los países del Norte, han sido los principales beneficiarios de los proyectos de agroexportación, y que tienen sumidos en la pobreza y expoliación a los países y pueblos de América Latina, principalmente los pueblos indígenas y las comunidades campesinas.

Hoy tenemos los nuevos proyectos de agrocombustibles, que se han constituido en la nueva amenaza para las comunidades rurales y generará impactos impredecibles con consecuencias inimaginables. Estas propuestas energéticas, a parte de los impactos locales, son presentados como falsas soluciones al cambio climático y una nueva forma de ocupación de espacios en el Sur; constituyen en la práctica una manera de acabar con la soberanía alimentaria, de que nos endeudemos más y de succionar energía ya no de nuestros subsuelos sino de la tierra. Los países del Norte aumentan su deuda con el Sur debido a estos proyectos agroenergéticos.

La deuda ecológica tiene otros componentes, a través de las guerras, las armas biológicas y químicas, los proyectos de integración de infraestructura, como el IIRSA para Sudamérica o el NEPAD para África, los Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos, los Acuerdos de Asociación entre América Latina y el Caribe con Europa, o los EPA con África, la producción de desechos tóxicos, etc.

Las formas capitalistas de producción y consumo, así como las economías socialistas basadas en la industrialización, en la exportación de recursos primarios son generadores netos de deudas sociales y económicas.

Esto es lo que debemos cambiar.

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